martes, 9 de agosto de 2011

Instrucciones para amar


Párese en frente de un espejo, levante su mano derecha y ubíquela sobre el pecho, con la palma hacia abajo, un poco a la izquierda. Cierre los ojos y concéntrese en unos golpes sutiles que sentirá debajo de la mano, son los latidos del corazón; órgano pequeño pero indispensable para la vida, es el motor no solo del cuerpo físico sino también del emocional. El responsable de la existencia.
Una vez tenga ubicado el corazón, identifique la velocidad de los latidos: a esto se le llama ritmo cardíaco. Mantenga los ojos cerrados y visualice una luz blanca y brillante que entra por la coronilla, y desciende por la cara y el cuello hasta llegar al pecho, iluminándolo. Sienta el cosquilleo en la punta de los dedos, es energía en movimiento. Funda en una amalgama la luz radiante de su pecho con la energía que sale por sus dedos.
Visualice el corazón como un órgano musculoso y cónico, o como la imagen que tiene de él cuando en el colegio enviaba cartas a quien le quitaba el sueño y le cortaba la respiración. Imagine que el corazón está envuelto en papel celofán transparente, quítelo poco a poco hasta que quede totalmente desenvuelto y libre para recibir emociones y sensaciones.
Perciba cómo el ritmo cardiaco aumenta y la cadencia de la  respiración se incrementa, una sensación de felicidad invade todo su cuerpo, como cuando era pequeño y el día de Navidad  veía bajo el árbol los regalos, y al abrirlos ese juguete que tanto le había pedido al Niño Jesús. Con esa emoción expanda la luz blanca por todo su cuerpo, respire lento y profundo, note como la respiración se normaliza poco a poco y al tiempo el ritmo cardiaco.
Quite su mano derecha del pecho y déjela caer al costado, abra los ojos, mírese en el espejo, sonría, dígase a usted mismo, soy un ser de amor, paz y luz. Con ese sentimiento salga de su casa y prepárese para sufrir.