martes, 8 de noviembre de 2011

Los caballeros las prefieren putas

Siempre he querido ser puta. No puedo negar que me ha parecido extraño gozar de tan exótico deseo. No vivo precisamente en un entorno progresista y tolerante, vivo en Colombia, una sociedad machista y retrógrada, en la que no es bien visto ser puta o querer serlo. En donde ser puta es casi igual a ser  delincuente, y aquellas mujeres que ejercen este antiguo oficio hacen todo lo posible por esconder su verdadera actividad, por temor a ser reprendidas y señaladas por la sociedad. Pero yo a pesar de todo, siempre he querido ser puta.

Sólo hasta ayer que leí un articulo en la revista ArcadiaEl insulto mas antiguo del mundo, donde se cita,  Historia de una mala palabra, de Julio Cesar Londoño, descubrí porque quiero ser puta.

Dice Julio Cesar Londoño en su artículo, que al buscar en el Diccionario Etimológico Latino‑Español de Commeleran el significado de la palabra puta, encontró: pensar, creer, destreza, sabiduría. Motivado, como no, por tan pródigo descubrimiento continuó con su investigación. Mas adelante indica el texto: “Encontré que el verbo latino puto, putas, putare, putavi, putatum, procedía de un vocablo griego, budza, que significaba sabiduría hacia el siglo VI antes de Cristo… En Mileto, la ciudad de Thales, el geómetra, las mujeres podían asistir a las academias y participar de la vida pública…. Los atenienses quedaron maravillados de estas mujeres que además de bailar y cantar conocían de historia, astrología, filosofía o matemáticas; con las que se podía reír antes del amor, y conversar después.” Vale la pena aclarar que en la Atenas de la antigüedad, similar a la Colombia de la actualidad, las mujeres eran creadas para tener hijos y cuidar de la casa, y no  gozaban con el privilegio de acceder al conocimiento.


Debido a que los atenienses disfrutaban con la  compañía, no sólo por una noche, de las mujeres milesias, sus esposas (celosas, intrigantes y sin educación) empezaron a llamar a estas sabias, a estas budzas, con el fonema pudza, el cual a su vez se fue degradando hasta lo que hoy conocemos como puta. Con este magnífico hallazgo,  ratifico una vez más mi teoría que el peor enemigo de las mujeres somos nosotras mismas las mujeres. Nos arde la sangre  cuando vemos una mujer inteligente, graciosa, bonita o “buenona” y de inmediato, al igual que nuestras congéneres atenienses, le aplicamos el calificativo de puta.

El tema de las amantes y cortesanas siempre me ha interesado, y el descubrimiento griego incitó aún más mi curiosidad. Me puse entonces en la tarea de investigar y encontré, con grata sorpresa, que la palabra inglesa witch (bruja), viene de la palabra antigua  wicca  (modo de hacer las cosas) de donde sale la palabra wisdom (sabiduría). O sea que una mujer bruja es también una mujer sabia.

Ahora que ya sé el verdadero origen de la palabra puta, el porque de su tergiversación, y la inherente conexión con la sabiduría, le pido a Atenea (diosa griega de la sabiduría) que me bendiga con la virtud de ser puta.

¡Los caballeros las prefieran putas, no brutas!