domingo, 12 de septiembre de 2010

¿Mundano o espiritual?

En un momento oscuro de mi vida cometí la enorme equivocación de cambiar el whisky por la leche de soya. Aunque no puedo desconocer los innumerables beneficios de la leche de soya, definitivamente me quedo con los del whisky. El deleite, la satisfacción y el placer de lo que se hace bajo los efectos del mosto de la cebada no son aminorados por el remordimiento, el cargo de conciencia y la culpa producto de éste elixir. Entre mis alcohólicos recuerdos puedo asegurar que el whisky deja mejores sensaciones que la leche de soya.

En busca de mi SER superior, mi maestro interior, mi guía, la luz y todos esos términos metafísicos de la Nueva Era me desvié del camino de la lujuria, el placer y la sensualidad. Y que me encontré? Con los mismos sentimientos de culpa, remordimiento, desasosiego y arrepentimiento pero sin la dicha, la alegría y la felicidad que produce el pecado. Seamos sinceros, hay algo mejor que pecar?. El camino de la espiritualidad y la santidad es bien difícil de recorrer y sobre todo bien aburrido, nunca pasa nada que merezca la pena ser contado y, si no hay nada que decir, lo mejor es morir. Con esto en mente decidí retornar al sendero disoluto y para lograr mi objetivo dejé las clases de yoga y la meditación y me inscribí en un taller de escritura. La sabiduría infinita del universo y el servicio de transporte público me llevaron hasta donde ese maravilloso grupo de bohemios, amantes del vino, la guitarra, la poesía y la literatura. Con ellos reencontré mi verdadera esencia, mi verdadero YO, mi verdadero SER, ese que camina entre lo mundano y lo espiritual. El que disfruta tanto de la oración como de la disipación, de la salvación como de la perdición, de la meditación como de la algarabía. Ese que no debí abandonar por andar buscando lo que no se me había perdido.

Durante ese tiempo de búsqueda aprendí que no hay que vivir en El Tíbet, en La Meca o en Jerusalén para acercarse a la santidad. La compasión, la misericordia, el altruismo y la bondad también se aprenden en Juanchito, en el estanco de la esquina o en el bar de los amigos; por qué quién más necesitado de misericordia que aquel al que se le acabó el trago?, quién más necesitado de compasión qué aquel que ahoga sus penas en el alcohol? y que mejor muestra de altruismo que acompañar a un amigo por el sendero profano.

La oración conduce a la salvación, oí alguna vez en la iglesia. Salvar de qué o de quién? De lo único que debemos salvarnos es de la indiferencia al sufrimiento y al dolor ajeno, de la falta de caridad y compasión hacia aquellos que padecen a nuestro alrededor, del inerte estado del ser frente a las injusticias que se cometen día a día en contra de los más débiles. No con esto quiero decir que la oración, la meditación y la introspección no sean valiosas pero más importante aún es la acción. Por sus hechos los conoceréis; dijo mi gran maestro.

Una vez recuperada mi verdadera esencia y después de algunas clases de gramática decidí empezar a escribir y contar lo que pasa en el mundo real, con sus imperfecciones, carencias y vicios pero sobre todo con su gran humanidad. En un arranque de valentía o irracionalidad, aún no lo tengo claro, abrí este blog, para contarles si me lo permiten, las historias que desde hace algún tiempo he querido compartir.

2 comentarios:

  1. Me parece que esta naciendo otro motivo de preocupacion para nosotros los Uribistas pero bueno de la misma forma trataremos de defendernos

    jaja

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  2. Prometo, en la medida de lo posible tratar con respeto a los "uribestias", jejeje.

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