domingo, 15 de abril de 2012

Un servicio nada secreto




El pasado viernes trece de abril, durante la VI Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, y antes de la llegada del presidente Barack Obama, los medios de comunicación nos sorprendieron con la noticia que doce miembros del Servicio Secreto de los Estados Unidos habían sido devueltos a su país debido a “conductas indecorosas”, entre las que se mencionaban asuntos relacionados con prostitución. Lo que luego se supo fue que las “conductas indecorosas” no sólo involucraban el hecho de haber contratado prostitutas, sino que los místeres en cuestión eran indecorosamente tacaños.  No hay nada de malo en ser ganoso, pero cicatero es otro cuento.



El escándalo se destapó porque una de las afectadas con la negativa de los  miembros del Servicio Secreto a pagar la cuenta, por concepto de “polvos caribeños”, tuvo el coraje de denunciarlos en una estación de policía de la ciudad. Debido a lo cual, el servicio prestado por las meretrices  ya no fue tan secreto.

Cuando leí la noticia pensé: bien hecho que los hayan devuelto a los Estados Unidos, y hasta los deberían dar de baja. No hay justificación para la torpeza de haberse dejado pillar. Si yo fuera Obama, los destituiría, ni siquiera por el hecho de haber contratado las prostitutas, ya que  no son los primeros ni serán los últimos miembros del equipo de seguridad del presidente que viajen al exterior y contraten servicios con final feliz incluido, ni por el escándalo ni por la vergüenza para los Estados Unidos; sino por la incapacidad de echarse un polvito, o varios, sin que todo el planeta se entere. ¡Y a eso le llaman Servicio Secreto!

Mi indignación aumentó cuando me enteré que “las canitas al aire” de los muchachos de Obama se habían hecho públicas por no pagar los servicios contratados con las mesalinas tropicales. Pero lo que sí me produjo satisfacción y me llenó de orgullo patrio, fueron los cojones de la cortesana colombiana que fue a denunciar el no pago del polvo.

—Buenos días, señor agente, vengo a poner un denuncio.
—¿Por qué concepto?
—Por robo.
—¿Qué se le robaron?
—Un polvo, qué digo uno, cinco.
—¿Un qué? perdón.
— Un polvo.

Eso es tener coraje, porque no debe ser nada fácil que le crean a uno que un miembro del Servicio Secreto de los Estados Unidos no le pagó los polvos de la noche anterior. Sobre todo en un país como Colombia en donde algunos “Padres de la Patria” tienen la desfachatez de decir que las mujeres nos inventamos las violaciones.  Mucho menos le iban a creer a una prostituta que un gringo buenón, alto, acuerpado, ojiazul y miembro del Servicio Secreto le hizo conejo a los polvitos. Para no ir muy lejos, si yo les contara a mis amigos una historia que involucrara sexo con un espécimen de estos, estoy convencida que lo mínimo que me dirían es mentirosa, que dejara de chicanear, que no fuera tan descarada de andar cobrando y que más bien pagara yo por semejante favor. Al agente de policía que creyó en la versión de la prostituta lo deberíamos nombrar héroe nacional.

Un asunto  que me ha causado curiosidad, desde que supe la noticia, son los términos de negociación de una transacción como esta: ¿cuál será la tarifa coital entre prostituta colombiana y miembro del Servicio Secreto gringo? ¿La tarifa se pagará en devaluados dólares o en revaluados pesos? ¿se hará en español, en inglés o tendrán un traductor simultáneo?  ¿Los servicios se prestarán individualmente o en grupo? 

Para evitar futuros contratiempos de ésta índole, les hago una sugerencia a las chicas que reciben honorarios por practicar el arte del Kamasutra,  que exijan por anticipado siquiera el cincuenta por ciento del valor de la transacción. Entregar el producto sin billete de por medio es muy riesgoso, mis queridas amigas. O al menos pidan un aval: el reloj, un ID con foto, el anillo de grado de la universidad. Gringo que se respete tiene su tremendo anillo, y en este caso, en particular, tendría uno morrocotudo de oro macizo con una inscripción en letras góticas de color negro que dice “US Army liberty  and justice for all”.  También es cierto que si se pone uno con mucho remilgue llega otra más despabilada y se lleva el gringo. Y como dice mi gran amiga Estrellita, curtida en estas lides; polvo que se va no vuelve, o, siempre hay una más puta que lo da por menos.

Espero que lo sucedido con los doce miembros del Servicio Secreto y las prostitutas en Cartagena, le sirva de experiencia a los empresarios colombianos ahora que entra en vigencia el TLC.  Más vale pájaro en mano. 

1 comentario:

  1. Hola Gato,

    Muy buena tu nota. Aqui en Estados Unidos ya se empiezan a conocerse en la prensa algunos detalles del bochornoso asunto:

    El valor de la transaccion de la cual el gringo trato de hacerse el gringo: 43 dolares.

    El rollo se armo cuando la mujer en cuestion amanecio en el hotel. Su identificacion todavia estaba en la recepcion por la manana. Como el gringo solo estaba pagando habitacion por una persona, el gerente del hotel fue a la habitacion y se encontro a los protagonistas peleando por la cuenta. El gerente llamo a la policia.

    Dale unos diitas mas y veras como la prensa saca las fotos de los personajes, el recibo del hotel, etc, etc.

    ResponderEliminar