domingo, 19 de septiembre de 2010

¿Y quién es Gato?

He tratado inútilmente de responderme a ese interrogante durante muchos años y como se podrán imaginar no tengo ni la más remota idea. Pero para no entrar en temas trascendentales, debates filosóficos y sobre todo en patologías psiquiátricas resumamos diciendo, que gato soy yo.
Desde que tengo memoria o incluso desde antes respondo al nombre de gato. No es un apodo y al menos hasta el día de hoy tampoco es un alias, es mi nombre, aunque el registro civil de nacimiento diga otra cosa, pero para nadie es un secreto que en esos documentos del estado se escribe cualquier cosa: Que Mario Uribe llegó al Congreso gracias a una cadena de oración o que el ex presidente Uribe no sabía de las “chuzadas”. 

A la autora intelectual de dicho nombramiento no sé si agradecerle o reprocharle, para empezar cometió un error de género ya que la palabra gato es masculina y éste gato es femenino, claro está que hoy en día agradezco dicho error porque no quisiera ser confundida con Emilse López “la gata”. Por otro lado mi documento de identidad dice que me llamo Martha, pero gracias a la ley de la costumbre estoy totalmente segura que no es así y que mi verdadero nombre es “gato”, esa dualidad de conceptos me ha generado bastantes problemas de personalidad y algunos desordenes de identidad los cuales he decidido conservar, soy una convencida que es mejor ser una lunática reconocida que una maniática dormida. Así que entre unas y otras no tengo claro si agradecerle o no mi bautizo extemporáneo.

Si yo hubiera nacido en Egipto, por ejemplo, donde Bast diosa de la fecundidad, la alegría, la maternidad y otras virtudes femeninas es representada por un gato, tal vez mi vida estuviera colmada de fieles creyentes, adoradores y veneradores de la diosa “gato” dispuestos a dejar su diezmo y limosna en mi altar, pero como yo nací en Colombia paraíso tropical en donde los gatos en el mejor de los casos son usados para ir tras las ratas, no se ha manifestado hasta ahora ningún leal devoto y sí mucho roedor.

Hasta en la China, que son usados como alimento, me hubiera ido mejor siendo gato, al menos allí son símbolo de buena suerte y fortuna. En tiendas, restaurantes y bares se ven unas figuras en forma de gato moviendo la patita, parece que estuvieran diciendo adiós pero lo que están es llamando el dinero y los clientes. Yo estoy dispuesta a pararme en la vitrina de un almacén o mejor aún en la barra de un bar moviendo mi patita para atraer a los clientes y más si el pago es en alguna clase de especie, pero desafortunadamente mientras viva en Colombia de esa fantasía como de muchas otras tendré que olvidarme, porque acá lo máximo que conseguiré siendo gato es un José Obdulio.

Con todo y eso mi vida no ha sido del todo mala, aunque no puedo negar que hubiera preferido ser adorada, venerada, idolatrada y reverenciada como los gatos en Oriente, me he adaptado bastante bien a ser un gato en Occidente y luchar por la “rata” de cada día. No tengo ni altares, ni trono, ni rey pero tengo este pequeño santuario desde donde voy a mover mi manita para que todos los que no somos divinidades podamos por algunos instantes desconectarnos del mundo y soñar que somos dioses del Olimpo.

5 comentarios:

  1. Yo tengo una gran amiga que fue compañera tuya de colegio y cuando le pregunté por ustedes mis primos me dijo, ah sí, claro, los gatos!!!! en ese memonto quedé en las nubes pero ahora lo entiendo todo.
    Está buenisimo tu Blog!!! sigue adelante , me he divertido mucho leyendolo.
    Maria Paola.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tus palabras, son el mejor aliciente para seguir adelante con el proyecto.

    ResponderEliminar
  3. Aqui presento este comentario como mi humilde ofrenda al gato... super interesante articulo felicitaciones un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar