jueves, 14 de octubre de 2010

GATO REMENDADO

Si pensaron que se iban a librar de mí tan fácilmente se equivocaron, gato ha vuelto. Mi silencio ha sido más por enfermedad que por falta de creatividad o al menos eso es lo que quiero creer. La incapacidad fue gracias a una cirugía. Si hay algo en la vida que me produzca terror y pánico son los quirófanos, las clínicas, las enfermeras y todo lo que tenga que ver con ese gremio a excepción de los médicos, que al contrario me producen seducción y encantamiento.

Estando en medio del helado quirófano en donde la temperatura es mas o menos la misma que la de los congeladores de la morgue. Con el olor a bactericida, a antiséptico y a desinfectante. Y los sonidos discordantes de los equipos quirúrgicos, pensaba constantemente en que el fin estaba próximo y en cualquier momento llegaría Virgilio para llevarme con él a uno de los círculos del infierno. La idea no me parecía del todo descabellada, como estoy segura que en el cielo no conozco a nadie; es mejor estar con los amigos por el resto de la eternidad. En medio de mis más fúnebres pensamientos apareció el médico y con voz calmada y tranquila me dijo: no se preocupe, esto es un procedimiento de rutina. Será de rutina para usted doctor porque yo soy la primera vez que vengo por acá, fue lo único que pude decir en medio del pánico. Si lo que pretendía era tranquilizarme con el “procedimiento de rutina” el efecto fue todo lo contrario, ahora mi mente me atormentaba con la idea fija que como era de rutina lo iban a realizar a toda prisa y sin poner mucha atención por donde iban echando cuchilla, en esta gente, mejor es no confiar. 

La diferencia en la información fue otro de los motivos de angustia y preocupación, cuando le pregunté a la anestesióloga por la duración del procedimiento me dijo que 15 minutos, luego otro informante me dijo que 45 y finalmente otro más que 2 horas. Después de recibir esta información tan disímil estaba completamente segura que cada uno de los galenos interrogados iba para una cirugía diferente. Pero entonces, por qué estaban en el mismo quirófano en el que yo estaba? En ese momento sólo me quedó pedirle a Dios que se pusieran de acuerdo en el procedimiento a realizar o al menos que lo que hicieran se pudiera reversar.
Lo siguiente que oí fueron llantos, lamentos y gritos; en ese instante comprendí que había muerto y estaba en el infierno; no había visto el túnel ni la luz blanca, ninguno de mis amigos o familiares difuntos había ido a recibirme. Todo es una estrategia de mercadeo, pensé, uno se muere y nadie sale a recibirlo, se lo inventaron para vender libros, videos y seminarios. No podía ser yo tan de malas que a la única que no iban a ir a recibir después de muerta fuera a mí, o es que estaban todos muy ocupados en un concierto de arpa celestial. Con la seguridad de que estaba en el infierno decidí mirar quien había por ahí, seguro que algún conocido debía haber, y si no fuera así ya tendría toda la eternidad para hacer nuevas amistades. Estaba en el reconocimiento del terreno cuando oí una voz que dijo: Martha. Esa soy yo, pensé, pero yo a ésta no la conozco o en qué parranda nos habremos conocido? Luego mi nueva amiga dijo: está en la sala de recuperación, la cirugía salió muy bien. No sé cómo le pueden llamar a ese sitio sala de recuperación más parece el muro de las lamentaciones.

Después de todo no me morí y acá sigo dando lora. Con las baterías recargadas.

1 comentario:

  1. ...y donde fue el remiendo.... no me diga que se le estaba saliendo el relleno a la muñeca.. un abrazo!!!

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