Para seguir en la línea de mis investigaciones sociológicas,
realicé un estudio acerca del comportamiento apresurado de los usuarios de
avión. No sé a ustedes, pero a mí siempre me ha parecido muy extraño que los
viajeros salten de sus sillas, como si el avión fuese a explotar, apenas éste
aterriza. No ha terminado el auxiliar de vuelo de decir en qué ciudad aterrizó
el avión, cómo se llama el aeropuerto, la hora local y la temperatura exterior,
cuando ya la muchedumbre está de pie en el estrecho pasillo haciendo tumulto
y atentando contra la seguridad de los demás pasajeros con computadores portátiles,
maletas de mano, carteras y bolsas del Éxito. Debido al limitado espacio del pasillo, es casi imposible no ganarse, como mínimo, un codazo.
Aunque insisto para que me asignen la silla de la ventana, generalmente me dan la del pasillo, por lo que varias veces he sido
víctima del afán de los viajeros.
—Me da permiso, por favor. —Dice la pasajera que está a
mi lado, tan pronto el avión pone llantas en la pista.
—Señora, pero para dónde va, no ve que el avión no se ha detenido
y la azafata dijo que no nos levantáramos de la silla por motivos de seguridad.
—Contesto yo, en un acto de inusual tolerancia.
—Bueno qué, se va a mover o me paso por encima. —Increpa la
apresurada viajera.
Ante semejante muestra de ímpetu latino y prisa colombiana,
no me queda más que levantarme de la silla, darle paso a la apurada pasajera, para
que ésta salga al pasillo a aumentar la congestión, y luego regreso a mi silla a
ver el espectáculo.
Durante años me he dedicado a estudiar este curioso comportamiento
de la idiosincrasia colombiana, no sé si en otros países suceda lo mismo, y he
llegado a la conclusión que es una conducta típica de la clase media. En las
aerolíneas comerciales viajan dos tipos de pasajeros: los ricos, que se ubican en
clase ejecutiva y ni se enteran de lo que sucede atrás con el vulgo, y la
inmensa clase media que se apeñusca en el pasillo apresurada para salir. Los millonarios no viajan en esta clase de
aerolíneas, ellos tienen su avión privado, y los pobres o viajan en bus o no viajan. Es
por eso que el estudio se centralizó en la clase media, que aparte de todo es la gran mayoría de la
población.
Dentro de los viajeros de clase media existen diferentes tipificaciones
según la finalidad del viaje, a saber:
1. Viaje de negocios empleado subordinado:
Si el viajero va de trabajo, y es empleado, debe darse prisa
porque en cualquier momento lo va a llamar el jefe a preguntarle:
—Qiubo, Mario, ya terminó la reunión, qué tarifa negoció, qué
plazo le dio, le pagaron la factura pendiente, pudo meterle al cliente los cañengos que tenemos en la bodega.
—Doctor, es que todavía no me he bajado del avión.
—¿Cómo así que no ha salido del avión? Apúrese, qué cree,
que se fue a Pasto de turismo. Si quiere vaya y se da una vueltica por Las Lajas.
Es en ese momento cuando el pobre Mario, que va a mi lado,
voltea y me dice:
— Usted es que se va a quedar ahí sentada esperando a que el
avión vuelva a despegar o qué.
2. Viaje de negocios empleado independiente:
Si el viajero es independiente, el asunto del afán es aún
peor, tiene que aprovechar al máximo el tiempo que va a estar en la ciudad, porque
todos los gastos corren por cuenta de su bolsillo, del bolsillo de Alberto, que
como buen ejemplar masculino aprovecha el viaje de negocios para darle vuelta a
un “arrocito en bajo” que tiene en Medellín (Ver: ¿Por qué son infieles los hombres?).
—Hola bebe, ya llegué a Medellín. Tengo muchas ganas de
verte, antes de la reunión paso por el apartamento y así nos vamos calentando
para esta noche, ricura.
Después de hablar con su ricura,
me mira y dice:
—Mami, levántese pues, que vamos es pa’fuera mi amor.
3. Viajero turista paquete promocional:
—Deyanira, mija, muévase que ya empezaron a contar los cinco
días y las cuatro noches del Plan 25.
—
Usnavy, papi, deje esos audífonos ahí.
—
Leidi, coja la bolsa con la remesa y apure que vamos
corriendo a conocer el mar.
La frase de viaje que mejor ejemplifica el afán de la
clase media colombiana, es cuando uno está en el hotel durmiendo el guayabo
después de una noche de “Marcha madrileña”, y en un ataque de filantropía el
compañero de cuarto le dice: levántese, o
fue que vino a dormir en euros.
Tanto los ricos como los pobres saben que por más que se
apresuren su nivel de vida no va a cambiar de manera significativa. Sólo la
arribista clase media es la que siempre está corriendo, para acercarse a los
unos y alejarse de los otros.
¡Fantástico! Un muy buen retrato de la siempre arribista y apresurada clase media. Deberían repartirlo en las salas de espera de los aeropuertos para deleite de todos los pasajeros. Muy gracioso. Gracias a la autora, me hizo pasar un momento muy divertido con su escritura amena y cargada de aguda observación y sentido común... Jajajejejajajajaj... J. E.
ResponderEliminarJ.E. Tus sugerencias, críticas, comentarios, regaños, haladas de oreja, dejémoslo hasta ahí aunque podría seguir diciendo más cosas, me han servido mucho. Mil y mil gracias
ResponderEliminarUn abrazo
Hola,
ResponderEliminarUn amigo mio tenia una respuesta perfecta para la vez que su suegra -en un viaje de todos- le empezo a dar el tratamiento de "dormir en Euros?". Mi amigo contesto: "Cual es el afan de madrugar a perder el tiempo?". Coincido plenamente con el!
Juan
Juan, tu amigo definitivamente no hace parte de la clase media colombiana, jajaja. A mí una vez me tuvieron todo un viaje con ese cuentico, me iba a enloquecer.
ResponderEliminarUn abrazo
Marthica, primero que todo me alegra saludarte!!! Por otra parte, felicitarte por tan maravilloso escrito que ejemplifica claramente el famoso refrán!!! Además entre mas afán se tiene mas mal les va!!!
ResponderEliminarUn gran abrazo!!!
Rodri, no te imaginas lo que me reí escribiéndolo y me acordaba de ti las veces que viajamos juntos, que ya ni me acuerdo a dónde fuimos, y tu te burlabas de todos los que corrían. Y me decías: Marthica no corra que el afán es de la clase media. He visto en FB las fotos de Amalia, nooo, es espectacular, felicitaciones. Dale a Eli un abrazo de mi parte y prometo que cuando vaya a Bogotá los llamo. Un abrazo.
ResponderEliminarMartha que buen blog, da gusto leerte! Un saludo. Diego.
ResponderEliminarHola, Diego, gracias. Es un verdadero gusto, para mí, escribirlo. Y más aún saber que la gente se divierte un rato con lo que escribo. Un abrazo.
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