Me había prometido no hablar de política en este blog, más que nada porque quiero que este sea un
espacio de distracción donde el lector se desconecte de su realidad, se ría un
poco y se divierta un rato. Sin embargo, debido a los últimos acontecimientos políticos
ocurridos en el país no puedo quedarme
callada y dejar que esto pase como si nada.
Me
sorprende la indignación de los colombianos por la aprobación de la reforma a
la Justicia, y la inconformidad con el Congreso de la República. Yo me pregunto, por qué tan
enfurecidos, acaso no fuimos nosotros mismos los que con nuestro abstencionismo
permitimos que otros eligieran por nosotros.
Para nadie es un secreto el alto índice de abstención en la clase media,
lo cual permite que políticos corruptos sean elegidos con los votos que compran
en los estratos bajos. Estratos donde la gente vende su voto engañados con la ilusión de
un mejor futuro, por una teja o por un tamal. Si yo fuera una madre soltera de
estrato uno, y con tres hijos, vendería no sólo mi voto sino hasta el alma al diablo por un mercado.
Pero y nosotros, la clase media, que no votamos y que nos sacudimos
la responsabilidad electoral con la manida frase “A los gobernantes los eligen
en los estratos bajos, yo para qué voto”. Usted ciudadano de estrato 3, 4, 5 y
6 que ha tenido la oportunidad de terminar el bachillerato, de acceder a un curso
en el SENA, de estudiar en un instituto
técnico, en una universidad pública o privada. Usted que hace diez o más años
no ejerce su derecho al voto, con qué cara viene ahora a quejarse. Qué potestad
tiene para exigir mejores funcionarios públicos si como Pilatos se ha lavado las
manos y ha dejado la responsabilidad de elegir a nuestros gobernantes en cabeza
de los menos favorecidos; aquellos colombianos que no tienen educación y que se
mueren de hambre. Ya Bolívar lo dijo en el Congreso de Angostura de 1819, “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de
su propia destrucción”. Al dejar las decisiones políticas en cabeza de los compatriotas
que, por falta de oportunidades y por la desigualdad social, no han tenido
acceso a una educación formal, hemos sido instrumentos ciegos de nuestra propia
destrucción.
Usted señor ciudadano de clase media que se sienta todas las
noches cuatro horas frente a el televisor a idiotizarse con novelas y realities, y que no se le ocurre nunca
leer un proyecto de ley que cursa en el Congreso, por qué ahora se rasga las
vestiduras con la reforma a la Justicia que hasta la semana pasada lo tenía sin
cuidado. Usted señor ciudadano que hoy grita enardecido en las redes sociales
que el Congreso debe ser revocado, dónde estaba el 14 de marzo de 2010 cuando
con su inercia política permitió que la
maquinaria electoral eligiera a quienes hoy queremos revocarle el
mandato. Quizá estaba ese domingo 14 de marzo en la finca, jugando golf, en un paseo,
durmiendo el guayabo o viendo un partido de cualquier liga, mientras otros
decidían por usted.
Soy partidaria de un referendo revocatorio al mandato del actual
Congreso de la República, pero también pienso, para qué, si de todas formas el día
de las elecciones la apática clase media de este letárgico país va a dejar que
los ciudadanos más pobres sean los que, de nuevo, elijan a los hermanos, los tíos, los primos, los sobrinos, de los hoy congresistas.
Martin Luther King dijo: "Lo preocupante no es la perversidad de los
malvados sino la indiferencia de los buenos”. Sigamos indiferentes y ellos seguirán
legislando a su favor y en contra nuestra.
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