lunes, 2 de julio de 2012

Protocolo y etiqueta


    La semana pasada recibí un correo con unas recomendaciones sobre etiqueta  y protocolo que quiero compartir hoy con ustedes. Tal vez tengan algún vecino, amigo o familiar a quien consideren importante “sugerirle”, respetuosamente, este artículo. Por mi parte va dedicado, con mucho cariño, a varios de mis allegados.

      La prepotencia desenmascara a los nuevos ricos: Advenedizo que se respete siempre está haciendo alarde de sus conocimientos, de sus viajes, de sus bienes. Olvidándose de su origen humilde, y de sus primos vigilantes y conductores, ponen distancia entre ellos y el populacho, haciéndose llamar doctor, señor, don, como si los títulos les hicieran dejar de lado los años de hambre y pobreza que vivieron, o a las primas putas que dejaron en el pueblo. Porque eso sí, nuevo rico o no, que tire la primera piedra el que no tenga una antecesora puta. Si usted es nuevo rico, le aconsejo que mire a su alrededor, observe cómo los “ricos de cuna” tratan a las personas y cópiese de ellos. Así por lo menos estaría tratando bien al prójimo. Aunque de todas formas se va a delatar por otros signos como la exhibición de marcas en su vestuario, las clases de golf después de los 30 años, el carro coreano con apariencia de alemán.

      Hay que entender que la fiesta terminó y no ser el último en irse: Esta recomendación la hago especialmente para mí. Para que me quede claro y por escrito que no es elegante ayudar a subir las sillas, a recoger los manteles, las copas y los vasos.  O peor aún, pedir un último trago “el de pirnos” cuando los dueños de la casa han finalizado la  fiesta. Si los anfitriones llevan dos horas bostezando, es recomendable que se despida. Porque como dice un amigo, si no ha conseguido polvo antes de las 3 de la mañana ya no lo va a conseguir.

      En el auto nada de adornos, sillas de montar, muñecos, zapaticos de bebe, camándulas, osos de peluche pegados a las ventanas, perros de plástico que mueven la cabeza, etc.: En serio,  no insista en convertir su vehículo en una feria de artesanías móvil, no es distinguido. Por el contrario, es lo más “mañé” que existe. Si quiere guardar como recuerdo los primeros zapaticos de su hijo, está muy bien, pero no los exhiba en el espejo retrovisor del carro. Quite, inmediatamente, esos avisos amarillos que dicen, por ejemplo, “Si puede leer esto es porque está muy cerca”.  Las ventanas y los espejos en los vehículos están diseñados para  la visibilidad del conductor y no como escaparate de “mañesadas”.

      Para los hombres: Camisetas sin mangas ni para el gimnasio. Señores, las camisetas sin mangas no son sexis. Con todo respeto, son “ñucas” y muy desagradables a la vista. Sólo se aceptan en los shows de estriptis masculinos, donde hasta las tangas narizonas de leopardo se admiten.

      Es incómodo para la visita el perro o el gato demasiado cariñoso: Esta sugerencia va dedicada con amor y paciencia a mi mamá, que piensa que la perra de la casa es un miembro más de la familia. La amistosa chanda saluda a las visitas ensuciándoles la ropa con las patas o con el hocico y cuando estamos sentados a la mesa, el ejemplar canino sin ninguna clase de educación, sube las mugrientas extremidades al regazo del comensal, todo esto con la sonrisa cómplice de mi madre y un insignificante: eso no se hace “Dolores”, que es como se llama la perra. Cada uno  hace en su casa lo que se le da la gana, ni más faltaba, pero si piensa tratar a su mascota como humano y no como animal, por lo menos tenga la cortesía de avisar, así uno decide si va  o no a su casa, ya que existimos algunos seres humanos a quienes nos desagrada tomar leche en el mismo plato que toma el  minino bigotudo.

      Y la peor de todas, la lluvia de sobres de las fiestas: No sé cuándo, quién y dónde se inventó esta desagradable moda, lo que sí está muy claro es por qué o más bien para qué. Para hacerle pagar a los invitados el viaje a Europa de la  quinceañera. O la cuna del bebe que está por nacer.

      Si no tiene plata para casarse, no se case, pero los invitados al matrimonio no tienen porqué subsidiarle la lavadora, la nevera y los muebles. Si el amor que los une es tanto que no pueden esperar, compren una nevera de icopor, laven la ropa a mano y tiendan una estera, pero no le pidan dinero al prójimo para amoblar la casa.

     Quién ha dicho que se debe cobrar por la primera comunión, el matrimonio, los quince de la muchachita o el grado del escuincle. Las dos primeras son ceremonias religiosas, con que informe a su dios es más que suficiente, los mortales no necesitamos enterarnos, y mucho menos patrocinar la Luna de Miel. Si el matrimonio es por lo civil, sólo necesita al notario y a dos testigos, no a doscientos espectadores que le financien el mobiliario. El grado del colegio o de la universidad no hay necesidad de festejarlo, deje la fiesta para el día que consiga trabajo, que como está la situación, eso sí amerita celebración.

      Con esta moda, no sólo lo ponen a uno en una situación incomoda con respecto a la denominación del billete que se ha de introducir en el sobre, sino que luego vienen las habladurías. Me parece oír a algunas y  algunos (porque aunque lo nieguen los hombres también son chismosos): Si me suponía que “Esperancita” estaba mal económicamente, has visto cómo se ha dejado, últimamente, las canas, ni para el tinte tiene. Y a la niña sólo le dio veinte mil pesos.  O ¡qué tal los Pérez! vinieron los cuatro y trajeron cincuenta mil, eso no costó ni el puesto de uno.

      Y ya para terminar, una última recomendación, no se dice Langosta Terminator,  se dice Thermidor.

      Espero que les sea de utilidad mis recomendaciones, yo de todas formas, y por si acaso, seguiré yéndome de las fiestas de última, nunca se sabe que trae el amanecer.

También puede leerme en: www.kienyke.com/kien-bloguea/la-monogamia-dura-cuatro-anos

3 comentarios:

  1. Razón tiene mi amigo W. (omito el nombre para evitar fruncidos faciales) cuando dice: "gasto lo que no tengo, comprando lo que no quiero, para agradar a las personas que no vale la pena".

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    2. Mi querida Gladys, si tu amigo W es nuestro querido amigo Winston, puedes mencionarlo en mi blog sin ningún problema. La casa hizo una deliciosa excepción en este caso en particular. Si no es él, mejor que te reserves el nombre para evitar fruncidos faciales. Un abrazo.

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